No Tinc Por
Estamos en este lugar sagrado, la basílica de la Sagrada Familia, que Antonio Gaudí proyectó para ser un templo reparador, es decir, un lugar para orar por los pecados del mundo. Y acaso ¿no es un pecado gravísimo atentar contra la vida de unos semejantes, de nuestros prójimos, de unos seres inocentes y de niños?
Nuestro silencio y nuestra oración, nuestra presencia en este lugar santo es signo de repulsa del atentado y es oración para pedir a Dios, Padre de toda bondad, que cambie nuestros corazones de piedra y nos dé un corazón de carne, lleno de sentimientos de humanidad, fraternidad, misericordia y de paz (…)
Nosotros, creyentes o no, de esta tierra, o extranjeros, todos, acudimos a este templo para decirle al Señor que cure a quienes han quedado heridos o destrozados por estos atentados y que conceda a nuestro mundo vivir en paz y concordia. La paz es el mejor alimento de nuestras vidas y por ganar ese alimento no debemos escatimar esfuerzos. Que el Señor nos conceda ser constructores, artesanos de paz.
Y esa petición la hacemos todos unidos. Sí, es hermoso ver que esta mañana en torno al altar del Señor estamos unidos las Autoridades supremas del Estado, las Autoridades Autonómicas y Locales, los representantes de las distintas confesiones presentes en nuestra tierra, las diversas instituciones sociales, hombres y mujeres de toda clase y condición social, hombres y mujeres de buena voluntad. Es el hermoso mosaico sobre el que se construye la sociedad. Todos unidos por un objetivo común: la paz, el respeto, la convivencia fraterna, el amor solidario.
Sí, hermanos, la unión nos hace fuertes, la división nos corroe y nos destruye,
Qué bellas son las palabras de Jesús: “¡Padre, que todos sean uno como nosotros somos uno, Yo en Ti y Tú en Mí; que ellos sean también uno!” (Jn 17,21).
Ponemos en nuestros corazones y en nuestras manos los nombres de las víctimas de estos atentados, ponemos también los nombres de los países que están en guerra, y presentamos ante el Señor esta petición: “Señor, haz que la paz reine en el mundo y en nuestros corazones”. Pon, Señor, el bálsamo del consuelo en el corazón de todos. Y concédenos trabajar con generosidad y decisión por construir una sociedad en paz y en libertad (…)
Que Dios os bendiga a todos y que la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, y de Montserrat, patrona de Cataluña, os acompañe siempre con su amor maternal. Amén.
+ Card. Juan José Omella Omella, Arzobispo de Barcelona